Unos meses atrás, en el marco de un Team Building, comentaba con mi Maestro y Amigo, Juan Luis Garrigós, cómo los aciertos de los primeros participantes en una prueba podían condicionar los aciertos de los siguientes. En concreto se trataba de alcanzar unos objetos en movimiento disparando con un arco y unas flechas.
Esto me conectó con la historia de Roger Bannister, atleta británico y estudiante de Medicina en Oxford, quien, hace ahora 70 años, se convirtió en el primer hombre en correr la milla en menos de 4 minutos.
Entonces existía la creencia de que era físicamente imposible bajar de 4 minutos en esa distancia. Muchos atletas lo habían probado y no lo habían conseguido. Incluso los médicos, considerando que era algo imposible, desaconsejaron a Bannister intentarlo, debido a las consecuencias que esto podía tener sobre su salud.
Sin embargo, Roger Bannister, aquel 6 de mayo de 1954 en las pistas de atletismo de la Universidad de Oxford, consiguió correr la milla en 3:59,4.
Había demostrado que era posible sustituir la creencia limitante relacionada con la barrera de los 4 minutos, por otra creencia poderosa enfocada a conseguir el objetivo.
Y no sólo para sí mismo: 46 días después, el australiano John Landy batió a Bannister en una carrera en Finlandia, bajando su registro en casi 1 segundo.
Durante ese año, 37 atletas más consiguieron bajar de los 4 minutos y dos años después, ya eran más de 300 los corredores que habían batido esa barrera, hasta el 6 de mayo de 1954 considerada como “infranqueable”.
El verdadero reto no estaba tanto en correr la milla por debajo de los 4 minutos, sino en demostrar a quienes decían que aquello era imposible, que no estaban en lo cierto.
Desde entonces, al efecto de derribar una barrera que se consideraba imposible de superar para convertir un reto en algo posible y real, se le conoce como “efecto Bannister”. Así, una vez superada la creencia limitante por una persona, otras se cuestionan: “si alguien lo ha conseguido, ¿qué me impide a mí hacerlo también?”.
Y es que, como dijo Henry Ford, “Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto”.