Querer o no querer

Resulta habitual encontrarnos con situaciones en las que tenemos más claro lo que NO queremos que lo que SÍ queremos. Un ejemplo bastante común en Coaching es cuando el cliente formula un objetivo como “quiero NO tener miedo a hablar en público”.

Sucede que nuestro cerebro carece de una representación acerca de lo negativo, pudiendo decirse que la negación es, efectivamente, un constructo mental que nos ayuda a expresar una idea. De ahí que cuando expresamos algo como “quiero NO tener miedo a hablar en público”, nuestro cerebro se enfoca, precisamente, en el miedo.

Dicho de otro modo, formular lo que NO queremos nos conecta con el “problema”, concretamente con el relato, es decir, con aquello que nos contamos acerca de la situación. 

Entonces ¿qué nos sucede con lo que SÍ queremos? 

Lo que SÍ queremos nos conecta con el reto, es decir, con lo que supone para nosotros hacer frente a la situación. Depende, por tanto, de uno mismo y nos sitúa en el plano de la solución, poniendo el foco en ésta. Con ello se nos abren posibilidades. En nuestro ejemplo, “quiero disfrutar hablando en público” podría ser una formulación válida, enfocada en el estado deseado.

Además, este tipo de formulación de un objetivo lleva asociado un compromiso, concretamente en el acto lingüístico de declarar lo que “quiero hacer …”, “quiero conseguir …”, con lo que estamos generando una realidad, en la que nuestro comportamiento será consistente con nuestra declaración.

«Si quieres cambios, cambia tus comportamientos; si quieres grandes cambios, cambia tus creencias.»

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